4 nov 2006

Mr Scrooge sigue vivo y coleando


El salario mínimo británico es menos de la mitad que el español. Uno podría llegar a la conclusión de que los británicos son más “ricos” que los españoles. En cierta medida si los son, aunque para ser justos, el precio de la cesta de la compra aquí es bastante más caro que España. Sin embargo, casi todo hijo de vecino se va de vacaciones a Canarias o a la Costa del Sol. Casi todo el mundo tiene una bonita casa con jardín y un par de coches. Y a la mayoría les gusta salir los fines de semana y beber unas “cuantas muchas” pintas de cerveza sin mirar el bolsillo.

Pero lo sorprendente de esta sociedad consumista, que se echan a la calle a principios de Noviembre para comenzar las compras navideñas, es lo “poco generosos” que son. En otras palabras, que son unos cutres, agarrados, tacaños o roñosos, como se les quiera denominar.

La primera pista de esto fue la primera vez que me “invitaron” a un cumpleaños. Digo invitaron entre comillas porque no sé si puedo usar este término. El caso es que el dicho cumpleaños se celebraba en una bolera. Después de jugar un par de partidas íbamos a ir a un sitio de comida rápida para cenar. Yo llego con mi regalito y correspondiente tarjeta de felicitación (lo de las tarjetas aquí se lo toman pero que muy en serio). La chica muy emocionada me dio efusivamente las gracias. De pronto noto que todos los demás “invitados” no traen ningún regalo, aunque alguno sí que presenta su pertinente tarjeta. En fín, la comida y el juego de bolos estaba todo incluido en el precio. Así que una horita más tarde nos tomamos unas hamburguesas y demás. Y llegó el momento finale, la hora de pagar. Entonces la cumpleañera procedió a recoger el dinero de la velada a cada uno de nosotros. Cada uno se pagó lo suyo. Ahora ya estoy acostumbrada, y cuando hay celebraciones de otras amistades ya procuro ir al cajero antes de entrar en el restaurante.

Pero lo mejor de todo son las bodas! La verdad que yo estoy muy mal acostumbrada, porque en Galicia otra cosa no habrá pero “fartura”, que no falte. A nadie se le ocurre hacerse su boda sin sus entremeses seguidos de unos buenos mariscos (dos o tres clases a ser posible), y un pescado y una carne. El vino, mejor o peor, corre por las mesas, y la mayoría hasta pone una barra libre. El resultado es que hoy en día una boda no sale a menos de 60 euros el plato. Luego tú, que vas de invitado, pues tiendes a regalar una cantidad similar y poquito más, para no quedar mal.

¿Y en Gran Bretaña que sucede?, ellos que tienen un poder adquisitivo tan alto!. Para empezar no se gastan más de unas 25 libras por plato (unos 38 euros). Y con los precios de aquí eso te da para invitar a los comensales a una sopa o ensalada de primer plato (en algunos caso se pude elegir y en otros no), y de segundo pollo, o salmón es lo típico. El postre es la tarta nupcial, y si hay bebidas suele tocar a una copa de vino y una de champán por cabeza. Las barras libres no se estilan. Eso sí, siempre hay un bar en la boda donde la gente puede comprarse más bebidas.


Pero los regalos no tienen desperdicio. Yo he tenido invitados a mi boda que me ha regalado una tarjeta de felicitación, otros me han regalado su presencia. Los más allegados nos regalaron un juego de sábanas, o una sartén, o un juego de vasos. Algunos nos regalaron dinero (sobre 35 euros por pareja). Aunque he de decir que todos ellos quedaron muy impresionados con el menú nupcial, que por supuesto era gallego. Porque como dice mi madre “más vale que sobre, y no que falte.”.